LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE EN TERAPIA SISTÉMICA BREVE. Por Felipe Garcia Martínez


El lenguaje es como una navaja que permite cortar la experiencia (o “realidad”) en distintos trozos.

Una navaja que permite distinguir lo que es y lo que no es. Cuando afirmamos que algo es normal, implícitamente afirmamos que hay otra porción de la experiencia que no lo es. Las personas suelen ser capaces de usar al menos dos palabras para describir su experiencia emocional: mal y bien. No obstante, también pueden emplear muchas otras: enfadado, molesto, airado, sensible, enardecido, rencoroso, etc. La misma experiencia es cortada en dos o múltiples pedazos en la medida que tenemos lenguaje para nominar cada una de sus partes. De ahí que hablar es trazar una distinción, como decía Spencer-Brown (1972). O como se ha dicho y repetido numerosas veces: el lenguaje construye realidades.

Por eso, no da lo mismo usar una palabra u otra. No es lo mismo decirle a alguien que lo vemos desanimado que decirle que lo vemos deprimido. No es lo mismo decirle a alguien que lo percibimos como un entusiasta por su trabajo que decirle que es un trabajólico (adicto al trabajo). Cada palabra que usamos crea mundos distintos, y todos respondemos a los mundos que creamos con el lenguaje. Ludwig Wittgenstein (1923) decía que los límites de tu lenguaje son los límites de tu mundo. De ahí que el lenguaje no es inofensivo, es capaz de destruir y construir, es capaz de generar realidades que las personas no habían visto, puesto que antes de ser destacadas con el uso del lenguaje simplemente no estaban ahí.

Dada la relevancia que damos en TSB a la conversación terapéutica, debemos hacernos responsables de nuestro lenguaje y el efecto que provoca en el otro o en uno mismo. Si a alguien que nos cuenta que tiene problemas con su jefe, le preguntamos cómo se llevaba con su padre cuando era niño, podemos pretender que es una pregunta neutra cuyo propósito es obtener información que permita corroborar (o no) una hipótesis, pero no es así. Es una pregunta que hará reflexionar a nuestro consultante sobre la razón que motivó al terapeuta para formularla, comenzará entonces a mirar selectivamente los recuerdos de su relación y encontrará con mucha probabilidad que sí, que a veces tuvo problemas con su padre y que quizás lo había olvidado. La sola pregunta va a construir una nueva realidad en la que las explicaciones para los problemas presentes con el jefe se encuentran en la mala relación que sostuvo con su padre en su niñez. Ésta es la razón por la que el terapeuta psicoanalítico encuentra problemas vinculares infantiles en sus pacientes, es la razón por la que un terapeuta conductual encuentra experiencias de aprendizaje que deben desaprenderse, es la razón por la que el terapeuta cognitivo encuentra pensamientos distorsionados como base de los problemas que presenta el consultante, es la razón por la que el terapeuta familiar encuentra pautas disfuncionales de interacción familiar. ¿Es coincidencia?, ¿justo un paciente con problemas en la infancia cae en manos de un psicoanalista?, ¿o somos nosotros, los terapeutas, que con nuestras “inofensivas” preguntas terminamos por construirle un problema a nuestro cliente? 

La mayor dificultad es que la influencia del terapeuta sobre la construcción del problema del cliente parece ser inevitable, todos tenemos mapas mentales, constructos, esquemas, marcos de referencia, teorías, experiencias, dentro de nuestras cabezas, que orientan nuestras preguntas y nos llevan a observar ciertas respuestas y omitir otras. Inevitablemente estamos sesgados e inevitablemente con nuestro lenguaje colaboramos en construir con nuestros clientes nuevas versiones del problema que originalmente traía a terapia. Éste es el poder del lenguaje, de las palabras que usamos, de las preguntas que elegimos. Y si esto es inevitable, puesto que es imposible despojarnos de nuestros esquemas al interactuar con el mundo del consultante, ¿entonces qué? O´Hanlon y Weiner-Davis (1990) presentan una respuesta esperanzadora: si inevitablemente colaboramos en la construcción de nuevas versiones de los problemas de nuestros consultantes, al menos que nuestras preguntas permitan la construcción de problemas que sean resolubles, es decir, que tengan posibilidades de solución.

Ante esto, el terapeuta TSB no realiza cualquier pregunta ni indaga en cualquier dirección. Frente al comentario de un consultante que nos dice “la mayor parte del día me siento mal”, es probable que pregunte “¿en qué momentos del día se siente entonces menos mal?” en lugar de pedir una descripción detallada de los momentos malos (aunque de igual forma, es posible explorarlos). Frente al comentario de que se ha sentido un poco mejor durante la semana, el terapeuta preguntará “¿Qué hizo distinto esta semana que le permitió sentirse mejor?”. Es decir, optamos por las excepciones, los recursos y las soluciones, posibilitando que la nueva versión del problema, de las maneras de abordarlo y de la identidad de nuestros consultantes, abran mayores posibilidades para su resolución.

EJEMPLOS DE USO DEL LENGUAJE EN TSB

Comentario del cliente

Respuesta de terapeuta tradicional

Respuesta de terapeuta TSB

Soy de pocos amigos

¿Qué lo lleva a ser tan solitario?

Hábleme de sus pocos amigos, ¿quiénes son?

Pienso a cada rato en mis problemas futuros

Usted es ansiosa

¿Qué utilidad podría tener esa capacidad de anticipar escenarios?

Vine a verlo porque este problema me superó

Oh, al parecer no fue capaz de resolverlo sola y no le quedó más alternativa que pedir ayuda

Oh, entonces hasta el momento no ha podido resolverlo y ha sido capaz de pedir ayuda

Y bueno, ese es mi problema

¿No hay nada más que necesite decirme?

¿Hay algo más que necesite decirme?

No soporto a mi esposo cuando no me presta atención

¿Recuerda alguna vez en su infancia que su padre la haya ignorado?

¿Y qué ocurre cuando su esposo sí le presta atención?

No es normal que me duela tanto esta ruptura

Es probable que tenga una patología del apego

Si su expareja era tan importante para usted, es esperable que sienta dolor.

 


Ps. Dr. Felipe Garcia Martínez
Director General CESIST-CHILE

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REFERENCIAS

Spencer Brown, G. (1972). Laws of form.  The Julian Press, Inc.

Wittgenstein, L. (1923). Tractatus logico-philosophicus. Kegan Paul.

O´Hanlon, B. & Weiner-Davis, M. (1990), En busca de soluciones. Paidós.

1 comentario:

  1. Excelente análisis, creemos que basta con darnos a entender al usar el lenguaje, lo que no es tan falso, pero esto denota la poca rigurosidad o justicia qué solemos tener al comunicarnos. Diría que la mayor parte de nuestros problemas es por un mal entendimiento de la realidad (esquemas pobres) y de las interacciones, en conjuncion con egos y hábitos qué dificultan la sinceridad más profunda. Gracias por compartir su conocimiento!

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