Los tuyos, los míos y los que vendrán… familias reconstituidas ¿Cómo resurgir de las cenizas? Por Dra. MTF. Ps. Erika Rodríguez

La vida en familia pareciera un iceberg, en la que cada quien percibe una parte de la realidad de lo que escuchan y observan. Vivir en familia va más allá de una simple convivencia diaria. Pero ¿Qué pasa con las familias que surgen de las cenizas… como un Ave Fénix?

En este artículo se abordará a la familia reconstituida. Cabe mencionar que hay un  espectro de éstas, también denominado, compuesta, ensamblada y segundas nupcias, mismas que han debido asumir durante mucho tiempo un “segundo plano” en una sociedad que ha valorado, por encima de todo, la imagen perfecta de la familia tradicional.

Las estructuras familiares se han transformado, desde el predominio de la familia tradicional, hacia la diversidad, representada por las denominadas nuevas formas de estructuras familiares.  Hay que resaltar que han estado presentes a lo largo de la historia, sin reconocimiento social como Familias (Minuchin, S; 2011).

Formar la familia reconstituida, trae consigo emociones de realización, esperanza, miedo. Supone una revancha, sin embargo, la pareja se pone a prueba al aumentar las presiones económicas, sociales y psicológicas que exige el nuevo rol, con una constante demanda de tiempo y espacio.

La vida en la familia reconstituida crea una nueva oportunidad para seguir evolucionando y enriqueciéndose en el seno de una estructura familiar. Su conformación trae consigo una decisión más compleja que la primera vez, al surgir como el Ave Fénix de las cenizas de los restos de una ruptura anterior. 

Diversos autores expresan que las fuentes de estrés que manifiestan los cónyuges en esta estructura familiar, son producto de la experiencia anterior en la que arrastran miedos, posibles ciclos aún no cerrados, violencia, muertes, abandono, prisión, infidelidad, inseguridades, entre otras diversas experiencias sufridas. 

Con facilidad, pueden transferir atribuciones erróneas tanto entre los cónyuges, como en el ejercicio de la parentalidad a situaciones propias del desarrollo en los hijos a causa de no educar bajo la perspectiva de una familia tradicional.


Dentro de las expresiones de estrés frecuentes y que suelen ser causantes de problemáticas e incluso la disolución de estas familias son las siguientes: dificultad de consolidar el vínculo entre esposos, establecer roles de cada uno de los integrantes, regular la dinámica y convivencia familiar.  

Evadir o solucionar erróneamente las fuentes de estrés en estas familias, puede generar sensaciones de cansancio, sentir que esta situación rebasa la capacidad para enfrentar la vida familiar, presentando periodos de riesgo latentes en la unión y bienestar de los que ahí se desarrollan, e incluso, empoderar la creencia de que es incorrecto o malo el tener una nueva relación.

La familia reconstituida, al integrarse, demanda de un trabajo consciente en el que la pareja requiere cerrar filas a toda fuente de estrés que pueda impactar la convivencia entre sus integrantes. Recibir apoyo especializado puede favorecer la contención y disminuir la ansiedad, angustia y miedos.

Las parejas, al tomar la decisión de conformar una familia reconstituida, sólo perciben las fuentes de estrés, cuando se encuentran bajo el mismo techo, y es a través de los hijos, en ocasiones, como buscan el apoyo especializado.

La convivencia entre personas requiere de acuerdos, adaptación y ajustes que demanda cada uno de los que integran la familia reconstituida, en la que no es suficiente el amor. Se requiere de tolerancia, paciencia, ingenio, creatividad, flexibilidad, inteligencia y diversas habilidades de comunicación. (Gómez, E; Weiz, F; 2012).

En la familia se forja la personalidad de los que ahí conviven. Pareciera que sólo es la construcción de los hijos, sin darse cuenta que cada integrante de la familia vive su propio desarrollo como un sistema en el que se nutren y se impactan entre sí. 

La familia reconstituida, presenta a sus integrantes la ampliación de horizontes en cuanto al parentesco y las vastas redes sociales. Niños, niñas y adolescentes al crecer en esta estructura, poseen aprendizajes diversos que pueden aportar recursos a su construcción de identidad, facilita su capacidad de adaptación, tolerancia y respeto a la diversidad. 

Hábitos que favorecen la integración de la familia reconstituida.

·      Tener rituales familiares, tales como comer juntos a una hora del día o destinar un día especialmente a la convivencia familiar. 

·      Comunicación clara y directa.

·      Espacios de individualidad. Respetar la autonomía de cada integrante de la familia, lo cual permite sentirse apreciado y valorado.

·      Horarios establecidos, lo cual permite a sus hijos y pareja percibir una estructura definida de la organización familiar.

·      Labores asignadas, genera un sentido de pertenencia en los integrantes de la familia, fortalece la cooperación y equidad.

·      Reglas claras, evita la confusión y malos entendidos.

·      Contacto afectivo y asistencias emocionales.

·      Sanciones realistas, evita los sentimientos de injusticia y desgastar la autoridad en la familia.

 

El pensamiento de la familia sea flexibilizado, aunque todavía no lo suficiente como para que dejemos de creer que hay familias de primera y de segunda o, peor aún, definir a toda estructura familiar distinta a la tradicional como disfuncional.

Las familias reconstituidas tienen dignidad, mérito, desafíos y valor por derecho propio, al ser una oportunidad para experimentar la felicidad.


Dra. MTZ. Ps. Erika Rodríguez Estrada

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